Por: Jaime Rueda Domínguez
¿Quién pudiera imaginarse que Alfredo de la Espriella Zabaraín, el celoso guardián de la memoria de Barranquilla era cienaguero?
Alfredo, quien ha fallecido hoy 30 de enero en el Hogar Geriátrico Siervas de Jesús.
Este gigante del civismo y las tradiciones barranuilleras, nació el 6 de febrero de 1926 en el municipio del Magdalena más cercano a nuestra ciudad, Ciénaga, y cumpliría la próxima semana 99 años. Sus padres se trasladaron a la Puerta de Oro en 1928, por eso, nadie puso en duda nunca su curramberismo.
Voy a ir contando anécdotas con Alfredo, según vayan llegando a mi memoria.
Cuando inicié mi carrera periodística en 1974 el gran historiador fue una de las primeras personas que conocí y entrevisté, quien en ese momento era director de la Oficina de Extensión Cultura del Municipio.
Por muchos años su oficina quedaba en el segundo piso de la Sociedad de Mejoras Públicas.
Alfredo era de trato afable, fácil de abordar y bastaba con hacerle una sola pregunta que él se transformaba en una caja de música improvisando una gran exposición sobre lo que más le apasionaba, las historias de la Barranquilla de antaño.
Generalmente todos los 7 de abril, Día de Barranquilla era el personaje obligatorio a entrevistar por la prensa local y nacional, para que contara la historia de los hitos de La Arenosa, recordando que éramos una urbe sin blasones ni escudos heráldicos pero que construyó su grandeza gracia a los inmigrantes.
Tal vez a De la Espriella le debemos que nos sintamos orgullosos como ciudad pionera y que tengamos protagonismo nacional gracias a su investigación personal, a su memoria prodigiosa y al archivo fotográfico en blanco y negro que la misma ciudadanía se encargó de enriquecerlo obsequiándole postales que nadie más poseía y que pertenecían a su archivo personal.
No podemos olvidar su famosa frase: “Primero fue el río, después el mar y finalmente las alas”.
Todo esto lo recogió en una de sus publicaciones más famosas: “Imagen temporal de Barranquilla, Siglo XX”, financiada por el Fondo Mixto de Promoción de la Cultura y las Artes del Atlántico en 1998, donde estaba la recordada Angela María Muñoz. También, “Dimes y diretes”.
Conocido también como “El Bandolero Mayor”, por ser el redactor durante muchos años el Bando del Carnaval que leía tradicionalmente la Reina todos los 20 de enero.
Ezequiel A. Rosado
El libro “historia del Teatro en Barranquilla”, de la pluma señorial de Alfredo De la Espriella, destaca que “cupo el honor a don Ezequiel A. Rosado, eminente hombre cívico y Presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas, ser el fundador del Comité Pro-Teatro Municipal de la misma Sociedad, para reemplazar el demolido Teatro Emiliano Vengoechea.
Además, don Ezequiel fundó la Sociedad de Mejoras Públicas el 12 de enero de 1927.
El edificio García
Una vez subimos a la azotea del edificio García, e primer edificio por apartamentos construido en 1939 por el arquitecto cubano Manuel Carrerá Machado, propiedad del comerciante cienaguero Ascanio Rafael García Álvarez y donde Alfredo vivió en una etapa de su vida ya casado.
Me explicó por qué ese inmueble patrimonial con la estructura de un crucero o barco en tierra, con apartamentos y áreas comunes, es muy fresco, porque recibe de frente las brisas del río todo el año.
También, me mostró la manzana donde quedó la Pensión Inglesa, el Jardín Águila, la Checa y finalmente el Banco de la República y me recordó que en 1935 allí fue estrangulada doña Catalina viuda de Meek, la muy respetada y querida propietaria de la famosa Pensión Inglesa, un horrendo crimen que estremeció a la ciudad por muchos días.
Tóqueme el trigémino
En la década del 30 “Tóqueme el trigémino doctor” fue el éxito musical de uno de esos Carnavales, cuya estribillo decía: “Tóqueme el Trigémino, tóquemelo Ud., si no me lo toca pronto de dolor me moriré”.
Se trataba de un son panameño de Ricardo Fábrega Jr. el mismo autor de Taboga.
Alfredo, por testimonios orales de barranquilleros de esa época supo que la canción provocó un soponcio entre las dama de la sociedad, imaginándose quién sabe qué cosa, menos en que el trigémino es el principal nervio sensorial de la cara.
Según la IA “la neuralgia del trigémino es una enfermedad que causa dolor crónico en la cara, en una o ambas ramas del nervio trigémino. El dolor puede ser intenso, punzante, fulgurante o similar a una descarga eléctrica”. Eso no lo sabían las damas de hace cien años.
El Congo de Oro
Esthercita Forero en de las tres entrevistas que nos concedió en vida nos reveló que ella fue la creadora del Congo de Oro en 1966, que se ha entregado en el Carnaval de Barranquilla por casi 60 años.
La anécdota nace cuando Alfredo de la Espriella era director de la Oficina de Extensión Cultural y se reunieron para escoger el nombre para crear un premio que se daría a los mejores grupos folclóricos de la fiesta.
Alfredo propuso el “Malambo de Oro”, pero a Esthercita no le pareció y le explicó. “Malambo ya existe, si bien es un nombre sonoro, así se llama uno de nuestros municipios. ¿No te suena más el Congo de Oro?”. Y así quedó.
Posteriormente, Arturo López Viñas, crea el 17 de febrero de 1969 el Primer Festival de Orquestas, Combos y Conjuntos, con 38 agrupaciones participantes, entre conjuntos, grupos de salsa y orquestas nacionales e internacionales.

El primer Congo de Oro en la modalidad de orquestas lo ganó la Billo´s Caracas Boys de Venezuela en 1969, durante el Carnaval de Luz Elena Restrepo González. La talla del Congo la hizo un profesor del Colegio Americano de apellido Pertuz.
Los 50 años de Avianca
En 1969, al tiempo que se inaugura el Edificio de Avianca en Bogotá, el primer rascacielos de Colombia, la aerolínea festejó sus 50 años, cuya cuna es Barranquilla. Aunque la primera realmente fue la Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos (SCADTA) que se transformó en Avianca al estallar la Segunda Guerra Mundial. En la ciudad los festejos los organizó Alfredo de la Espriella.
Por cierto, que una vez le comenté que tengo en mi poder un tiquete de SCADTA que me regaló mi papá y que utilizó en 1937 en un vuelo Bucaramanga – Bogotá. Mi intención era donarlo al Museo Romántico, hablamos del tema pero nunca concretamos nada.
San Roque
Cuando estaban en los preparativos para la visita del Papa Juan Pablo II a Barranquilla, que se cumplió el 7 de julio de 1986, me encontré con Alfredo en el despacho del alcalde Ramiro Besada Lombana.
Sin estarle preguntando, me contó que en un viaje que hizo a Francia se trasladó a propósito hasta Montepellier para confirmar si allá veneraban a San Roque con la misma devoción que se hacía en Barraquilla, y me ha dicho textualmente: “Allá hay festividades en las calles, pero las Fiestas Roqueñas de aquí se las inventó el cura Matutis”.
La revista Barranquilla Gráfica
Era una inolvidable publicación con un sabor vernáculo único que circuló entre 1962 y mediados de los 70. La fundó Raúl de la Espriella Bermúdez y la dirigía Alfredo de la Espriella.
La colección fue donada a la Universidad del Litoral. Hoy en las redes sociales, principalmente en Facebook muchas personas publican como propias fotografías en blanco y negro de la Barranquilla de hace medio siglo, extraídas de la revista Barranquilla Gráfica que se editaba en los talles de EspriellaB.
El Museo Romántico
El primer intento de hacer un Museo que atesorara reliquias de la vieja urbe, se hizo en la Universidad Autónoma del Caribe a comienzos de los 80, donde Alfredo manejaba los asuntos culturales de la institución de Mario Ceballos Araújo y allí comenzó a acopiar todos los recuerdos tangibles de la tierra que añoraba.
El mismo Alfredo me dijo en su oficina de la carrera 54 frente a Los Fundadores, que cuando empezó a sondear a los políticos de la época para que lo apoyaran en su iniciativa, “la mayoría me respondía: ¿Un Museo romántico? hombe, no seas tan marica”.
Por eso desde que abrió sus puertas el 7 de abril de abril de 1983 siempre fue una entidad privada y desde el sector público no pudieron ayudarlo.
Trabajó “con las uñas” y dependía exclusivamente de los ingresos que los barranquilleros, los colegios y visitantes foráneos pagaban por conocer ese templo de la cultura.
De allí tenía que pagar los servicios públicos, el impuesto predial, el sueldo de un ayudante, su propio sostenimiento, el mantenimiento del casi centenario inmueble que le donaron las hermanas Carmen y Esther Freund Strunz en 1975, hasta que “tiró la toalla” y el Museo cerró, agobiado por deudas y el comején que se estaba “tragando” todo.

Alfredo se retira, además, ya afectado en su salud mental por su edad avanzada y desde hace unos años un grupo de barranquilleros románticos está al frente de este sitió único en nuestra ciudad.
En Facebook se encuentra esta bienvenida: “Esta es tu casa, la de tu ancestro y linaje bajo cuyo techo en sus paredes, archivos y rincones confidenciales se guardan reliquias que pertenecen a tu pasado, testimonios fieles de una tradición romántica