
Por: Jaime Rueda Domínguez
Ha comenzado la cuenta regresiva para celebrar los 100 años del Junior de Barranquilla, el tercer club más antiguo de Colombia después del Deportivo Cali y el Independiente Medellín.
“Los tiburones” preparan la fiesta para el 7 de agosto de 20-24, despertando en nuestro caso muchos recuerdos del lejano 1966, época que viví en mi niñez.
En el 66 y hasta 1980 la FIFA reconocía 2 puntos por victoria y 1 por empate a los equipos de fútbol vinculados a sus federaciones. Y desde 1981 cambió a 3 puntos por victoria y mantuvo el punto por la igualdad, comenzando por la Liga inglesa.
En 1966 yo tenía 11 años y cursaba primero bachillerato en el Colegio San José, sede Las Delicias que inauguramos en febrero del 64, siendo rector el sacerdote Jesuita Ramón Aristizábal. En las canchas de caliche, donde tantas veces jugamos, se construyó en 2008 el Oulet El Único y, posteriormente, muchas torres de apartamentos. Lastimosamente fue borrada “la granja del Hermano Gómez” con el daño ambiental que eso significó.
El profesor de gimnasia era el conocido luchador y fisiculturista, León Pardo, en su moto Harley Davidson y sus gafas clásicas de sol Ray-Ban Outdoorsman.
En 1964 y 65 nos recogía el bus 6 del colegio y al chofer le decíamos “bigote”; luego del 66 al 71, hasta graduarnos, nos íbamos a pie, pasando todos los días por la puerta del Hotel San Fernando (hoy Hotel Cadebia).
Las nuevas instalaciones en Puerto Colombia se inauguraron en 2009, con la asistencia de doña Lina Moreno de Uribe, primera dama de la nación y esposa del Presidente, Alvaro Uribe Vélez. El San José tiene la planta solar más grande de una institución educativa en Colombia.
Por las calles uno veía las rutas de buses más conocidas hasta ese año: Cudebus (1936); Transportes Sabbagh (1948), Flota Angulo (1949); Transportes Monterrey (1955); Transdíaz (1959); Coochofal (1961); Flota Roja (1961); Transportes Lolaya (1962), Transportes Puerto Colombia (1962); Trasalianco (1965). Después, surgieron muchas más empresas.
El regreso del Junior
Lo cierto es que empresarios y dirigentes barranquilleros ya se habían reunido para expresarle su deseo a la rectora del balompié, de recuperar la ficha de los antiguos “miuras”.
Lo encabezaban Arturo Fernández Renowitzky, Alberto Mario Pumarejo, Mario Abello, Guy De Castro, Antonio Angulo, José Benavides, Mario Zeppenfeldt, Imre Danko, Guillermo Marín, Roberto Pumarejo, Carlos Ariano, José González, Eduardo Osío, Jaime Pumarejo C. (papá de Jaime), Sixto DiazGranados y Juan B. Fernández, consiguiendo regresar al torneo donde había 13 clubes.
El primer partido oficial se jugó el 6 de marzo de 1966, igualando a cero goles con el Atlético Nacional, con lleno en las tribunas de Sombra y Sol.
Después, el estadio Municipal se llamó Romelio Martínez, por iniciativa del inolvidable Chelo De Castro C.
La entradas para los partidos se compraban, principalmente, en El Oasis, en San Blas con Cuartel (calle 35 con Kra 44, casi en la esquina de Líbano). Era prácticamente el expendio oficial.
Aún no se había construido la tribuna de “Corea”, detrás de la portería que miraba para la calle 74; esta se hizo para la Copa Libertadores del 71, cuando Junior participó por primera vez como Subcampeón del 70, con el Deportivo Cali, Campeón. El equipo fue barrido por Barcelona y Emelec de Ecuador, quedando último en su grupo con sólo 3 puntos de 12 posibles; esa es otra historia.
En diciembre del 65, mientras hacía furor en las emisoras y en los hogares, Fin de año con la Billo’s Caracas Boys, donde vienen Año nuevo y Cantares de Navidad, mi papá nos llevó a SEARS (hoy El Portal del Prado) en plena temporada de Juguetelandia, a comprarnos las camisetas de Junior; no las encontramos y tuvimos que conformarnos con un buzo gris de Millonarios y otro similar de Santa Fe.
Nosotros vivíamos en la calle 76 a menos de 4 cuadras del estadio y nos íbamos a pie. Había unos chilenos antes de llegar a El Mediterráneo que vendían unas exquisitas y auténticas empanadas a $5 pesos la unidad.
A propósito, camino del estadio pasábamos siempre frente a la casa del cura Jorge Pérez, capellán del Junior y quien vivía en la Kra 47 con 74, enfrente del apartamento donde residía el jugador samario Pedro Vásquez. En la terraza había un letrero metálico que decía; “Jorge Perez, presbítero”. El cura iba al Municipal en sotana blanca y kepis oscuro y se acomodaba en una silla, en plena pista atlética de tierra, por donde salía Junior.
La primera junta directiva quedó conformada por 8 reconocidos empresarios:
Mario Abello, Guillermo Marín, Mario Benavides, Mario Zeppenfeldt, Alberto Mario Pumarejo, Imre Danko, Arturo Fernández Renowitzky, Guy De Castro y el médico traumatólogo Faizal Zawady.
Eternamente recordaré la primera nómina, conformada por muchos jugadores costeños (creo que había un sólo cachaco pero no era titular) y los extranjeros llegaron desde la tierra de la samba y la caipirinha.
No puedo olvidar la legión de brasileros que militaban en ese Junior:
Comenzando por el técnico, Marinho Rodrigues de Oliveira y sus hijos Paulo César Lima y Federico Rodrigues. Marinho hizo después una sociedad con Edgar Perea y montaron la Churrasquería Samba en la calle 73 con 41D, hoy parqueadero de la Olímpica 73. La “llavería comercial “duró poco.
También llegaron del brasil, Nilson Bruno (portero), Roberto Do Amaral (un back central calidoso), Enrique Botejara, Edvaldo Alves de Santa Rosa (DIDA), mundialista en Suecia 58 a quien Tomas Barraza puso “El copete” y anotó 33 goles; Ayrton Batista Dos Santos (“el loquillo”, que se “enfermaba” cuando tenía que viajar a Armenia), Othón Alberto Dacunha (el mejor puntero derecho de la historia; “¿dónde está la bolita”? decía Edgar Perea en las transmisiones. Dacunha se quedó para siempre en Barranquilla. Vivía en la Kra 42F con calle 79B diagonal a la casa de Edgardo Sales). Más brasileros, Othón Valentín, Benedicto Custodio Ferreyra (Escourinho) y Nadir Eraldo Prates (Laerte) bautizado “mangueras” por Tomás Barraza, por cobrar tiros libres desde lejísimo.
Escourinho era un escurridizo clásico puntero izquierdo a quien Tomás Barraza llamó “el conejo”. Corría pegado a la raya y al llegar al banderín de corner tiraba el centro al área chica, esperando que Dida cabeceara o Rada rematara. No hacía goles, todos los botaba frente al portero y el día que hizo el primero en Bogotá ante Santa Fe, la orquesta de Pacho Galán le dedicó la canción ‘El conejo Escourinho’. En la grabación participa Tomasito Barraza quien al final narra el histórico tanto y el coro cierra diciendo “y fue con la derecha”.
Los porteros de los años 60, como Calixto Avena y Mario Washington Thull se vestían de riguroso negro y con rodilleras, moda impuesta por el mejor cancerbero de todos los tiempos, el ruso Lev Yashin “la araña negra”.
Recuerdo que el Deportes Tolima, donde jugaba nuestro “Olímpico” Marcos Coll, era un equipo tan débil que la prensa deportiva lo llamaba el “Tolimita”y generalmente estaba en el fondo de la tabla.
Todo cambió
Ahora, se ven tantas cosas extrañas dentro y fuera de la cancha. Antes los jugadores no se tatuaban, no se teñían el pelo, no se “rambaban”, no se hacían cortes estrambóticos, no usaban aretes, ni manecillas, ni cintillos, ni colas de caballo, no vestían una segunda camiseta con un mensaje religioso, ni hacían el ademán de un corazón para expresar amor, no bailoteaban ni hacían coreografía después de un gol para burlarse del rival, las camisetas de los clubes no tenían publicidad y a los futbolistas no los sometían a larguísimas concentraciones..
De igual modo, no se veían envueltos en escándalos públicos, ni conduciendo en estado de embriaguez.
Tampoco, eran santurrones, no hacían oraciones públicas en la gramilla para que los vieran, ni al final de los partidos decían “la gloria sea para Dios”, porque su equipo ganara, y como no había cámaras de televisión no alzaban los ojos para musitar “gracias Dios” si hacían un gol.
Igualmente, no quemaban tiempo adrede, no simulaban faltas, ni exageraban las caídas, ni se retorcían en la gramilla como si los hubieran “matado” y, mucho menos, manoteaban el césped en señal de dolor.
A propósito, el “flaco” Roberto Melendez en una entrevista que nos concedió en 1999 en su residencia del barrio El Carmen, nos expresó el disgusto que sentía ver a los jugadores de hoy que tras dar una patada o un codazo adrede, levantan las manos en una actitud “mamasantona”, como si no hubieran hecho nada.
En el 66 y en los años siguientes no había las ruedas de prensa tumultuosas y las emisoras que transmitían fútbol cubrían el camerino local con amplia libertad, antes y después de los partidos.
Los periodistas deportivos no se apoyaban en grabadoras, iniciativa de Fabio Poveda Márquez en los 70, quien comenzó a cubrir los entrenamientos en el Romelio Martínez, entrevistar al entrenador y a los jugadores y luego pasarlo en su programa Deporte Espectacular por Emisora Atlántico.
Por las mañanas y en su estilo, no había otro igual al maestro Chelo de Castro en La Voz de la Patria, donde transmitió por muchos años Desfile Deportivo, con una nota editorial leída de viva voz y el cierre con su sello: “Muy buenos días fanáticos”.
Desde 1966 y por muchos años los himnos de Colombia y de Barranquilla se entonaban completos; no como ahora, que los recortan en todos los estadios. A veces iba al Romelio Martínez la banda de la Base Naval que entraba por la puerta de ingreso y salida o de cumplimiento, por la tribuna de Sol.
En ese primer año del Junior no iba al estadio, Elías Chegwin, a entonar el himno de Barranquilla.
Los partidos no se transmitían por televisión y tocaba esperar al día siguiente al único canal de Inravisión, con su Noticiero El mundo al vuelo, patrocinado por Avianca, presentado por Julio Eduardo Pinzón, y Humberto Rodríguez Jaramillo pasaba unas imágenes frías en blanco y negro.
En los primeros años del 60, las transmisiones deportivas las dominaba la cadena Todelar con su lorito que decía “buena esa”, era una manta; le seguía Caracol, y muy rezagada venía RCN que se identificaba como Radio Cadena Nacional.
Se jugaba recio y no habían tarjetas amarillas ni rojas, que sólo aparecieron en el Mundial de México 70. Hasta ese año los árbitros comunicaban las sanciones a los deportistas oralmente. Los ” pataduras” más temidos eran generalmente defensores: Cleto Castillo (Cúcuta Deportivo), Aurelio Palacio (Unión Magdalena) y Jorge Bermúdez (Deportes Quindío).
Las revistas deportivas más influyentes, Deporte Gráfico, de excelente impresión; Vea Deportes, en papel económico y en 1970 Nuevo Estadio, formato tabloide en papel periódico que llegaba a Barranquilla los lunes por la tarde, editada en Manizales y dirigida por Javier Giraldo Neira.
Los narradores locales más seguidos, Edgar Perea, Tomás Barraza Manotas (que inició las transmisiones fuera de Barranquilla patrocinadas por Cerveza Águila y viajaba con el equipo) Roger Araújo y Efraín Peñate Rodríguez “el verbo del fútbol” (gran analista). Después, viajaría toda un “ejército” de locutores.
A propósito, el dueño de la sintonía en La Voz de la Patria en el 66 era Tomás Barraza. El reinado le duró hasta que de Cartagena llegó “el internacional” Edgar Perea y eso fue “quítate tú pa’ ponerme yo”. A Perea lo llamaron El Campeón después.
Tomasito era un emprendedor. Fue el primero en abrirle el micrófono a los fanáticos cuando Junior jugaba en Barranquilla. Corría del estadio al Centro a los estudios de La Voz de la Patria y hacía el programa “Micrófono para la afición, al calor de los resultados”.
Evocamos a algunos narradores, comentaristas y columnistas de la época que manejaban un buen verbo, una pluma fina y al mismo tiempo punzante. Imposible recordarlos a todos: Norberto Tejeda padre, “Norte”, columnista de El Heraldo y su desconcertante pregunta al calificar a los jugadores de Junior. ¿Acaso jugó? o aquella de “unas de cal y otras de arena”.
Cuando llegaba diciembre, Chelo de Castro, hacía un receso en su nota editorial que publicaba en Desfile deportivo por la Voz de la Patria, por sus “Acuarelas costumbristas”.
Luis Alberto “Cheíto” Feliciano, el padre de Hollman, y su espacio dominical antes de los partidos: “Sigue corriendo la bola”, con el retruécano “alabamos lo que se hace bien, no lo que sale bien y criticamos lo que se hace mal aun cuando salga bien”.
Julio Gutiérrez (Analítico); Henrique Ruiz (Lagardere); Otto Garzón Patiño; Gustavo González Hans; Mike Schmulson; Armando Cabrera Muñoz (Arcamuz); Juancho Illera Palacio; Víctor Moré; Joaquín Eduardo Pino (Jepino); Rafael Pérez Hernández (El Premier) y Antonio Borja Suárez (El Monarca), entre otros.
Aunque no se le llamó “Juniormanía”, la del 66 fue evidentemente la primera. Teníamos que irnos a las 10 de la mañana para asegurar un puesto incómodo en la tribuna de Sombra, donde nunca faltaba la auténtica Cumbia Soledeña del maestro Efraín Mejía Donado, que luego en el 77 le compuso al Junior la cumbia-puya La barra juniorista.
Los partidos en Barranquilla y en el resto del país se iniciaban a las 3:30 de la tarde y como asegura El Pibe “nadie se ha muerto por jugar a esa hora”.
Los árbitros se vestían de riguroso negro, por disposición de la FIFA. Esto cambió en el Mundial de Estados Unidos 94, cuando los referees comenzaron a lucir prendas muy llamativas de color amarillo, rosa, gris, azul, verde y agua marina, entre otros.
Mis vecinos más fanáticos, Carlos Mendoza, que no pelaba partido y Ramiro Díaz-Granados. Los demás éramos todos niños, ni siquiera preadolescentes.
Se iba al estadio en camisa, no existían las camisetas deportivas. Tímidamente, Deportes Colombia, Casa Player y Telestar Deportivo, comenzaron a vender los primeros atuendos.
En la tribuna de Sombra era famoso “hablando Armando”, un vendedor de butifarra que tenía la fuerza y puntería para lanzar la tira de buti a varios metros. Y en Sol el rey del guarapo era “el sangre”, a quien le permitían ingresar su carro de madera. El líquido se servía en vasos de vidrio, no había llegado el desechable y no nos daba ni “boquera”..
Los jueves, el partido de práctica semanal entre titulares y suplentes. El público podía verlo sin misterios. A la prensa cachaca le llamaba la atención que en Barranquilla la afición asistiera en masa a ver la práctica de Junior. De ahí salía la línea titular del domingo. La tribuna se llenaba de “leveros”, desocupados, vagos y los viciosos que siempre han merodeado por la 72.
No existían aún el Torneo Apertura ni el Finalización que empezaron en 1976 y, menos, la Liga 1 y 2. Se jugaba un sólo torneo y ganaba el título el equipo que llegara con más puntos en diciembre.
En el 66 Junior jugó 52 partidos, hizo 53 puntos, ganó 21 juegos, empató 11, perdió 20, marcó 94 goles y recibió 88. Santa Fe fue el campeón con 66 puntos. Goleador del año, el argentino, Omar Lorenzo Devani, del Santa Fe, con 31 tantos; seguido del también argentino, Oswaldo Perez, del Once Caldas con 29, y el tercero, el uruguayo Walter Sossa del Cúcuta Deportivo con 28.
El torneo lo disputaron 14 equipos: Millonarios, Independiente Santa Fe, Atlético Nacional, Deportivo Independiente Medellín, Deportivo Cali, América, Atlético Junior, Unión Magdalena, Atlético Bucaramanga, Cúcuta Deportivo, Once Caldas, Deportivo Pereira, Deportes Quindío y Deportes Tolima. Estos fueron por muchos años los históricos, hasta que en 1991 ascendió el Envigado.
En la 72 con 46 estaba aún el grill y restaurante El Chops Suei, demolido y reemplazado en el 68 por el Ley de la 72, hoy ocupado por otro almacén.
Antes de los partidos, los fanáticos “calentaban motores” en la Tienda La Esperanza y en la Ostrería Barranquilla, en la Kra 44B con 72; la carrera 46 no había sido rectificada con el trazado que tiene desde 1968 a su paso por el estadio.
Enfrente de La Esperanza nació en el 66 la Ostrería Barranquilla, atendida por unos hermanos que se iban rotando la atención del carrito. Al lado funcionó en 1984 la casa musical Vieja Guardia. Tengo en mi memoria sus rostros. Luego, cuando me fui a estudiar a Bogotá en 1972 descubrí una Ostrería Barranquilla cerca de la Cigarrería Bucana (donde compraba las boletas para ir al Campin) y efectivamente era de la misma familia.
Jesús María Polo Peña, celador nocturno del estadio Municipal, ganaba un sueldo mensual de $800 que le pagaba la Junta Municipal de Deportes.
No podemos dejar por fuera este episodio lamentable del 66. El estadio Municipal sufre graves daños luego de perder Junior 3 a 1 con el Cúcuta Deportivo; hinchas salidos de casillas destrozaron la malla de sombra en protesta contra el árbitro Guillermo “el Chato” Velásquez. Los fanáticos lo acusaban de robarle a Junior dos goles legítimos. “El chato” pudo salir del estadio a la media noche en una tanqueta de la Policía disfrazado de agente.
Todo eso cambió, hasta las reglas del juego, porque en el 66 si un defensa le pasaba el balón con los pies a su guardameta, este podía agarrarlo con sus manos sin problemas. Se imponía el sistema era 4-2-4 (con 4 defensas, 2 mediocampistas y 4 delanteros).
La Dimayor permitía hasta 6 jugadores extranjeros por equipo, con pocas oportunidades para el talento criollo. Hoy la realidad es muy diferente, ustedes la conocen de sobra; no es necesario ocuparnos de ella.
Un gol espectacular de Dida
El 12 de octubre de 1966, así fue el gol de chilena de Dida en el estadio Municipal. Antonio Rada colocó un centro al área chica donde llegaba el brasilero, quien entre dos defensores y el arquero Luis Largacha, se levantó haciendo un medio giro de su cuerpo y casi volando de forma horizontal y de espaldas a la portería, metió el chilenazo que dejó estático al arquero del América e hizo estallar el estadio. Aquella tarde Junior venció a los caleños 4×2. (Nota tomada de la página oficial del Junior). Hasta 1979 América no había ganado ninguna estrella.
Para cerrar esta historia queremos referirnos a la fotografía del Junior 66, que sirve de imagen de apoyo a esta crónica; fue tomada en la gramilla del Municipal cuando ya se había completado la plantilla con la llegada de los últimos jugadores brasileros en marzo del 66.
Me comentaba mi amigo Mateo Muñoz, que Arturo Fernández Renowitzky le obsequió el original hace algunos años. Y como se dice en el reparto de las películas, por orden de aparición son:
Primera fila: Efraín ‘Caimán’ Sanchez, Edvaldo Alves de Santa Rosa (DIDA), Arturo Segovia, Joaquín Pardo, Salvador Tarud, Hermenegildo Segrera, De Brito, Roberto Do Amaral, Nilson Bruno y Calixto Avena.
Segunda fila: Federico Rodrigues de Oliveira, Benedicto Custodio Ferreira (Escourinho), Walberto Maya, Ayrton Batista Dos Santos, Othón Alberto Dacuhna, Carlos Peña, Adelmo Achito Vivas, Jorge Roa, Comas, Othón Valentín Filho, Nadir Eraldo Prates (Laerte) y Antonio Rada.
Tercera fila: Directivos, Mario Abello, Antonio Angulo, Alberto Pumarejo, Imre Danko, Arturo Fernández (Presidente), José Benavides (Médico), Guy de Castro, Guillermo Marín y Mario Zeppenfeldt.
Cuarta fila: Antonio Julio de la Hoz (Director técnico), Miguel Pérez, Pedro Brugés, Gustavo Torres, Henry Toscano, Olinto Fonseca, Arturo Solórzano, Julio Caro, Humberto Picalúa (Masajista) y Luis Blanco (Utilero).
Ls mejores canciones dedicadas al Junior
No existe otro equipo en Colombia que haya inspirado a compositores de diversos ritmos hasta dejar más de 30 canciones dedicadas al Junior de Barranquilla. No creemos que las tengamos todas, pero estas son la mayoría y las mejores.
1). Canto al Junior (Grabada en 1967 por La Sonora del Caribe de César Pompeyo. Arreglos de Gustavo Castillo García. Cantan: Tommy Arraut y Manuel Iriarte. Cortesía de Cerveza Águila y producción de Marten’s Publicidad)). 2).El Conejo Escourinho (Orquesta de Pacho Galán). 3). Atlético Junior (Brando y su banda, 1972). 4). Dále Junior Dále (Banda Juvenil de Chochó, 1972). 5). Pa´Barranquilla (Nelson Henríquez, 1972). 6). Los Obreros (Alfredo Gutiérrez y su Conjunto). 7). Ataca el equipo de Varacka (La Bandita, 1976). 8). Junior Berraquera (Pedro “Ramayá” Beltrán y la Cumbia Moderna de Soledad, 1976). 9). La Barra Juniorista (Efraín Mejía Donado y la Cumbia Soledeña, 1977). 10). Junior Campeón (Antonio del Villar, 1977). 11). Sipote cumbión ( Cumbia Moderna y los Campeones del ritmo, compuesta por Julián Pérez Carvajalino, 1977). 12). De dos dos (Antonio del Villar, 1980). 13). El Congorreático (Alfredo Gutiérrez y su conjunto). 14). El Junior (Orquesta La Tremenda de Venezuela, canta: Cheo García). 15). Pasión Tiburona (Orquesta Los Melódicos, canta: Chico Salas. Compuesta por Antonio del Villar). 16). Himno del Junior (Juan Carlos Rueda, es el himno oficial del equipo). 17). El cumbión del Junior (Orquesta de Pacho Galán – versión original. Canta: Pepe Molina, su autor en 1983). 18). El cumbión del Junior (Juan Piña y Rafael Orozco. La versión más difundida desde 1993). 19). Un regalo a Barranquilla (Diomedes Díaz. Presentada en vivo el Festival de Orquestas 1986, en el Coliseo Cubierto Humberto Perea). 20). Tu Papá Perea (Antonio del Villar). 21). Junior Tu Papá (José Martelo y Swing Barranquilla. De esta canción sale el coro Oh lé lé, oh lá lá, Junior Tu Papá los demás valen… ). 22) Junior Currambero (Pedro “Ramayá” Beltrán). 23). El vacilón del Junior (Papo Man). 24). Canción del Junior (El Porki). 25). Tiburones a atacar (José Martelo y Swing Barranquilla). 26). Dale Junior de Barranquilla (La Banda del Tiburón). 27). Ladrón de mi corazón (Trabukos). 28). Vamos Tiburón (Rumba flamenca del frente Rojiblanco Sur). 29. Mosaico Tiburón (Junior de Barranquilla). 30). Junior prendió la fiesta (Jerau). 31. Carnaval toda la vida (Junior de Barranquilla). 32). En la Canción del Carnaval que cantaron en vivo el Checo Acosta y Silvestre Dangond, improvisan una estrofa al Junior de Barranquilla: “Ahora le dedico un verso/en una forma sencilla/y ahora pido un fuerte aplauso/pa’l Junior de Barranquilla”. 33). En Barranquilla Alegre grabada por Nelson Henríquez en 1973, el maracucho dice en una estrofa: “Te invito conocer Barranquilla/San Blas, Progreso y 20 de Julio/al Prado, Olaya, Las Delicias/ y ver jugar al famoso Junior”.
En 1991 se desató la primera Juniormanía. Junior terminó primero del Torneo Finalización, primero de la reclasificación y entró a los cuadrangulares con un punto de bonificación. Estos guarismos que no se han repetido en más de 30 años. Se daba por sentado que los tiburones agregarían al escudo su tercera estrella. Aparece un compositor de ascendencia china y le regala una canción al Junior, donde habla Julio Comesaña, técnico del club, dándole las gracias a Fuad por creer en su trabajo y apoyar al equipo. Todo se fue al traste por un enfrentamiento personar entre el colombo-uruguayo y el paraguayo Javier Ferreira. Esa grabación está perdida.
Barranquilla en 1966
Lo cierto es que era otra época, otra ciudad, otras costumbres, otro modo de ser del barranquillero. Les voy a contar todos los recuerdos como vayan llegando a mi memoria, de un año que yo viví. Y obviamente, mi estilo, mis nostalgias, se enmarcan dentro del ámbito citadino donde me crié y a donde me llevaban mis padres. Otras anécdotas las he investigado o han sido testimonios orales creíbles.
Lo primero, el número del teléfono de mi casa (ahora le dicen fijo) 40789. El aparato era de la Ericsson color negro de baquelita, de 5 dígitos y pertenecía a la Planta Estadio de la EMT, en la calle 74 con Kra 46 esquina frente a la Droguería Nueva York.
Los servicios públicos los manejaba las Empresas Públicas Municipales (EPM, agua, aseo y alcantarillado), la energía la Electrificadora del Atlántico y la telefonía fija la Empresa Municipal de Teléfonos; por cierto que los postes de la EMT eran de madera, a un costado de mi casa había uno.
Barranquilla sólo tenía un botadero de basuras a cielo abierto en el barrio Las Flores, muy cerca al río Magdalena. Siempre escuché que era una verdadera bomba de tiempo, por la acumulación de gases en las montañas de desperdicios más los lixiviados que corrían por el sector. Afortunadamente, una de las primeras decisiones que tomó la nueva empresa en 1998 la Sociedad de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Barranquilla (Triple A), fue cerrarlo para siempre.
En la parte más alta de la calle 74 con Kra 38 estaba el tanque metálico de Las Delicias que abastecía de agua a los barrios del norte. Después, lo hicieron de cemento.
Cuando nace en octubre la empresa Gases del Caribe, empieza produciendo gas licuado de petróleo en cilindros, para cubrir paulatinamente las grandes necesidades del combustible que había en la región Caribe.
La estufas eran eléctricas, de cilindros de gas propano o de petroleo; estas últimas se compraban en el Bazar Central en la Kra 41 con Paseo Bolívar. No existía en Colombia el gas natural domiciliario.
890, el número del Apartado Aéreo de Avianca de mi papá en el Paseo Bolívar. Después, lo trasladaron a la sede de la 72 con 58. El teléfono de su oficina en la Almendra Tropical 60061, y 818.236, su cédula. La doy porque el viejo falleció hace 23 años. El teléfono de mi abuelita 11864.
En este año, desde el viejo aeropuerto de Soledad del barrio El Libertador, la compañía barranquillera Aerovías Cóndor de Colombia, Aerocóndor, llegó a cubrir 28 destinos, entre estos Miami. Una crisis financiera la obligó a cerrar operaciones en 1977.
Había carteros de Avianca que traían en bicicleta las cartas y la correspondencia; la Internet y el WhatsApp las acabaron. No había surgido las grandes empresas de mensajería. También, las tarjetas virtuales acabaron con las tarjetas de Navidad físicas.
Dos empresas lácteas, Ciledco (barrio Lucero) y Coolechera (Las Nieves) traían hasta la puerta de la casa las botellas de leche en envase de vidrio, tapa de aluminio con la fecha del día en alto relieve. Había una tercera, Polar (en la calle 68 con 32, hoy una Olímpica) pero no prestaba este servicio.
El señor López, el inyectólogo más conocido al norte. Mientras pasaba en su moto “Lambretta” de los 60, todos le gritábamos “puyanalga” y respondía con una sonora mentada de madre. También inyectaba la señora Inés Segura.
Las tiendas más conocidas del barrio El Porvenir: La Gloria, Tequendama, Santa Marta de don Moisés Díaz, La Bodeguita de don Pablo, 3 de mayo, La Cuchilla, Panadería La Gitana, Casa Blanca Grocery y obviamente, El Porvenir.
Los kindergártenes más cercanos a mi casa, el Santa Elena (en la 45 con 76) de la seño Carmen Hernández y el colegio Marujita (en la 48 con 75).
Entre 1963 y 1968, el arquitecto Elberto González Rubio ocupó la rectoría de la Uniatlántico. Su familia donó a la Universidad ‘El Pájaro madrugador,’ que el artista barranquillero Ángel Loochkartt pintó sobre una de las paredes de su residencia y desde 2016 se halla en el vestíbulo del auditorio principal de la U.
Lo domingos se compraban las frutas, verduras y hortalizas, en el Mercadito de Boston.
La Kra 46 (Olaya Herrera) desde la calle 30 estaba iluminada con unas lámparas metálicas verticales de color verde en forma de candelabros. En el Museo Romántico se conserva una.
Desde 1946, Pradomar era el balneario “puppy” de los barranquilleros; “inmancable” llegar hasta el muelle y caminarlo. Una postal muy difundida en esos años decía en la parte superior: Balneario Pradomar, Puerto Colombia, Sucursal del Hotel del Prado, Barranquilla”. Y en el parte de abajo en inglés: “Pradomar Beach Club near Barranquilla, Propietor Hotel del Prado”.
Sobre la Kra 43 entre la 72 y 74 vendían un tutifruti exquisito al frente de un parqueadero con piso de tierra.
En las tiendas empezaron a venderse los refrescos Sandi, envasados en vidrio, pero también venían en presentación de bolsitas plásticas para congelar; así nació “el boli”.
La Caterpillar tenía su sala de exhibición a cielo abierto en la esquina de la calle 73 con 41C. Desde entonces, los barranquilleros a estos equipos de construcción los llamamos “catapila”.
La alcaldía ratifica que el futuro Teatro Municipal se llamará Amira de la Rosa.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día ya estaba en la Kra 43 # 70-206, lo mismo que la Iglesia Bautista Central en la calle 47 con 44 esquina.
En nuestras casas teníamos radiolas o tocadiscos, generalmente marca Philips, con tubos y aguja de diamante para escuchar los discos en 33, 45 y 78 r.p.m. (revoluciones por minuto).
Muebles Barranquilla, de Jaime Argüello, el gran proveedor de muebles de madera de almacén SEARS.
El Saint Mery School era uno de los colegios femeninos más prestigiosos de Barranquilla. En la carátula del larga duración “Los cantos vallenatos de Escalona”, aparece el maestro Rafael a un costado del plantel por la Kra 51B, donde hay un bus estacionado con los colores azul y rojo.
Alejandro Portacio, un veterano voceador de prensa, desde la década del 30 vendía ediciones antiquísimas de El Heraldo y La Prensa, principalmente. Siempre estaba en su puesto en la Esquina del Cañón Verde en el Paseo Bolívar con Progreso.
No había rejas en el frente de nuestras residencias ni en la puerta principal. Era una ciudad segura hasta finalizar los 60.
En la Kra 54 entre 72 y 74 engalanaba el sector el edificio de dos pisos, Franklin Delano Roosevelt, con sus toldos o parasoles de lona. Fue vendido y demolido para construir en 1979 la torre de 19 pisos Centro Ejecutivo, conocida como Miss Universo.
La 76 era una calle residencial de doble vía, desde el Seminario hasta la Vía 40.
La estaciones de gasolina, que llamábamos “bombas”, eran de la Esso, Mobil, Texaco y Shell.
Sobre 20 de julio con la calle 70, muy cerca de El Merendero, estaba la Clínica de Los Angeles con servicio de maternidad. Desde el 63 funcionaba la Clínica La Asunción.
En el Teatro Colombia veíamos en blanco y negro, antes de las películas, el noticiario de la UFA ‘El mundo al instante’. Duraba máximo 10 minutos. Tenía tres secciones: Reflejos del mundo, Reportajes y Vida deportiva, donde los espectadores celebraban los goles “trasnochados” que Pelé marcaba con el Santos o la Selección Brasil.
Restaurantes más conocidos de la época, El Merendero (de Urbano Medina), El Fogón Gaucho, Tasca La Silla Coja, el Chop Suei, el Chow Mein, Brandes (de la ciudadana alemana Erna Brandes). Steak House (fundado en 1960 por el chef francés Ernest Reiss van Leuven), el ABC (de Urbano Salgado), Los Cámbulos, Trípoli y El pez que fuma y…
Mi Vaquita
Queremos dedicarle esta nota aparte. En aras de la verdad, primero fue el restaurante El Merendero, fundado por Urbano Medina en 1960, con sus kioskos de paja al aire libre. Mi Vaquita nace en 1964, con el mismo formato y hasta con un salón de eventos con aire acondicionado “Torito”; prácticamente fue una replica y competencia directa el Merendero, con la gran diferencia que este último sigue sigue abierto y siempre ha sido de la familia Medina Zuleta. Mi Vaquita quedaba a pocos metros de la calle 72 subiendo por la carrera 46 acera sur, al lado del Cine Doña Maruja y a un costado del parque y estadio de basquetbol Tomás Surí Salcedo. En la esquina estaba el Chop Suei. Su propietario y fundador, José ‘Pepe’ Bejman Himelfarb. De ubicación estratégica. Los domingos una vez terminaban los partidos de Junior en el Romelio, muchas familias terminaban el fin de semana cenando en sus kioskos. En la carta se destacaban la punta gorda, el arroz a la valenciana, la sobrebarriga, el arroz de lisa, arroz con coco, la sopa de mondongo y de zaragoza con paticas de cerdo, hasta llegar a 48 platos. Por cierto, que quien llamó ‘punta gorda a la punta de anca fue Jaime Díaz, quien iniciaba restaurantes, los acreditaba y luego los vendía. Dos de sus últimos negocios, Brasas del Brasil y Pancho Parrillas, que todavía existe. Mi Vaquita llegó a ser tan popular que el compositor soledeño, Efraín Orozco Araújo, autor de El mochilón, le hizo un porro que grabó la orquesta del maestro Pacho Galán, interpretada por Efraín Martínez, disponible en YouTube. Se hizo un disco en 45 r.p.m. que Pepe Bejman obsequiaba entre sus comensales. Se asegura que Orozco creó el slogan: “Restaurante Mi Vaquita, el lugar de su cita” (cuando la publicidad era rimada). En su época de oro en La Voz de la Patria, Marcos Pérez leía la propaganda de Mi Vaquita, que tenía servicio a domicilio. Los pedidos llegaban en un vehículo con un claxon peculiar, el mugido de una vaca. Además, atendía banquetes empresariales. La fama del restaurante trascendió internacionalmente, hasta el punto de ser mencionado en la novela francesa ‘Duelo en Barranquilla’, de Gerard de Villiers. Mi Vaquita fue cerrado en los 80.
Hablando de comidas, cómo dejar por fuera al vendedor de mini tamalitos que se apostaba a la entrada del colegio San José con su producto dentro de un galón de Aceite Vivi.
Emidela (Emiliani de la Rosa) revelaba las mejores fotografías en blanco y negro en la Kra 41 con calle 40 (Progreso con Santander). La publicidad radial la grababa Tomás Emilio Alba: “Emidela, frente al edificio OK. Y recuerde que si Emidela no cumple, usted no paga”. Quedaba al lado de la Floristería Barranquilla.
La Vía 40 era un hervidero de industrias: Peldar (terreno que ocupa hoy el Puerta de Oro Centro de Eventos), Celanese, Cartón de Colombia, Aluminios Reynolds, Vanylon, Cemento Caribe, Café Universal, Discos Tropical, Steckerl Aceros e Inducol.
Las mejores fotos sociales, especialmente las foto-estudio de matrimonios las hacía Foto Tepedino, del ciudadano italiano Domingo Tepedino, con su slogan “la casa de los retratos perfectos”. Las parejas salían de la iglesia luego de casarse a hacerse la foto para enmarcarla y empezar así la historia familiar…después comenzaba la fiesta. Las más conocidas eran Foto Tepedino, Foto Leo (de la familia de Marta Luz Vásquez, Reina del Carnaval 67) y Emidela.
En las empresas, las secretarias eran mecanotaquígrafas (sabían taquigrafía); se usaba el mimeógrafo y el papel carbón para sacar copias (no habían llegado las fotocopiadoras), por mucho tiempo se utilizaron las calculadoras Monroe y se escribía en maquinas mecánicas o de tipógrafo.
La tarjetas de presentación, primeras comuniones, matrimonios, grados, etc, las hacían las tipografías del Centro, como la de Amílcar Pertuz en la calle San Juan con Progreso donde mi hicieron mis tarjetas de bachiller 71.
Cuando todavía vivía en el barrio El Rosario, Esther Forero compone y graba su Palito e matarratón, el mismo que el Inderena le trasplantó cuando se mudó a El Silencio.
Entre 1966 y 1967, Roberto Gerlein Echverría fue Secretario de Hacienda del Atlántico.
En ese año no habían llegado las pizzerías a Barranquilla, que conocimos en la película Fiebre de sábado por la noche, con John Travolta, en 1977.
Madame Elegance de Amparo Buitrago de Cadena y madre de Tey Cadena, Reinal del Carnaval 79, vestía a las mujeres elegantes. Quedaba a una cuadra del Hotel Majestic.
Grilles de la época, el Jimmy Lounge, el Toro sentado y el Caroni, todos por el mismo sector en El Prado.
Alfredo de la Espriella presenta en el Teatro Metro su comedia “Las viudas modernas ” a $20 la entrada.
El empresario Julio Mario Santo Domingo le vende a Bavaria las instalaciones, equipos y maquinaria de la Cervecería Barranquilla y Bolívar.
En 1966, es restructurada la Cámara de Comercio de Barranquilla y sus estatutos se actualizaron de acuerdo con el desarrollo económico y social de la ciudad.
Las mujeres usaban medias veladas, los hombres mancornas y pisa corbata y los niños, cargadores o tirantes con corbatín.
Se funda la Alianza Francesa de Barranquilla por un grupo de amantes del idioma francés, con el apoyo de la Alcaldía Municipal y de la Embajada de Francia.
En la Kra 43 con 75, el almacén Hobby (tienda de mascotas acuáticas) a media cuadra del Seminario, con sus peces ornamentales de agua dulce y acuarios.
Los aires acondicionados, en casas y oficinas, eran de ventana y en su mayoría marca Móseres, industria barranquillera fundada por el padre del exalcalde Raúl Móseres Pérez.
El Seminario San Luis Beltrán, en la calle 75B con 42F, ocupaba un gran rectángulo hasta la calle 79; tenía una cancha de fútbol de arena. Gran parte del terreno fue urbanizado y nació la calle 75B.
Como todavía no se había empezado la Vía al Mar (1974) sólo se podía ir a Cartagena por La Cordialidad, la carretera más peligrosa del Atlántico, por lo estrecha y la gran cantidad de curvas que siempre ha tenido. Uno tardaba más de dos horas en llegar al “corralito de piedra”.
Y como tampoco habían construido el primer puente Pumarejo (1974) para ir al Rodadero, obligatoriamente tocaba cruzar el río en uno de los 4 ferris autorizados para prestar el servicio, que se llenaban de vehículos particulares, buses y camiones, travesía que demoraba 35 minutos. Y luego al regreso por la noche, soportar una ola “infernal” de mosquitos.
En la esquina de la carrera 50 con cale 82 donde hoy está Pan Pa Ya, funcionaba el Salón de Belleza Zoila, muy frecuentado por prestantes damas del norte.
Aunque todavía se usaba la batea con el manduco y la bola de jabón Tusica, en SEARS vendían las primeras lavadoras Hoover con rodillo manual para exprimir la ropa.
Las mujeres le tenían pánico a la loca Gloria, por corretearlas, pegarles o tirarles piedras. Generalmente vagaba por el Centro.
Carlos Dieppa (el abuelo de Paulina Vega Dieppa, Miss Universo 2014) tenía el concesionario de autos más famoso de Barranquilla, de las marcas Ford y Mercury en la Kra 43 con calle 63, hoy Combarranquilla Boston. A la entrada se instalaba el palco presidencial donde el jefe del estado de turno apreciaba la Batalla de Flores, cuando bajaba por 20 de Julio. Allí se acomodó el Presidente Carlos Lleras Restrepo en 1968 y 1970. Todos teníamos que ver con su Ford blanco Thunderbird Convertible 1957, al pasar por cualquier calle.
El Country Club, fundado en 1926, tenía en la calle 76 su sede social y deportiva con su inmensos campos de golf y sus 18 hoyos. A finales de los 70 comenzó la venta de sus terrenos surgiendo los barrios El Golf, Villa Country la extensión de Alto Prado que ya existía. Por muchos años su vecino de lujo fue la mansión de la familia Graubard Domínguez. Don Adolfo Graubard fue uno de los patrocinadores del Club Sporting entre 1950 y 1953.
Al frente del Zoológico estaba su director y fundador, Ricardo Tinoco, quien vivía en la esquina de la calle 76 con Kra 43B, en la misma casa donde residió Eduardo Vilá el administrador de La Cueva.
La surcursal principal del Banco de Bogotá todavía quedaba a mitad de cuadra del Paseo Bolivar entre 20 de julio y Cuartel.
Nerón (un chimpancé),Mariela (una marimonda albina) y Kaizer (un perro criollo) y Simba (un león) eran los animales más famosos del Zoológico.
Gerenciaba la Zona Franca su fundador, Julio Gerlein Comelín, quien residía sobre el bulevar de Los Fundadores al lado de Gases del Caribe.
El escritor y periodista, Alvaro Cepeda Samudio, dirigía el Diario del Caribe que circuló durante 33 años y empezó a salir los domingos primero que El Heraldo.
A los 81 años muere en Barranquilla el escritor y literato José Félix Fuenmayor. Nació el 7 de abril de 1885. Sus novelas más reconocidas: “Cosme” y “La Muerte en la Calle”. Fue uno de los fundadores del “Grupo de Barranquilla”.
Todas las madrugadas bajaba por la calle 76 y pasaba por la puerta de mi casa una carretilla con una familia de basuriegos, reconocidos Anapistas militantes del partido que fundó el exdictador Gustavo Rojas Pinilla. Al cabeza de familia se conocía como “Rojas Pinilla” y llevaba la bandera azul, blanco y rojo de la Anapo.
También de madrugada y mientras dormíamos, pasaban los “serenos” de la Jaar, se detenían en cada vivienda que pagaba mensualmente un servicio de celaduría nocturna y pitaban. Con eso avisaban que estaban vigilando la cuadra. Creemos que no llevaban armas de fuego sino un bolillo de madera. Uno de los edificios más bonitos del Centro era el de la Jaar en la calle 37 # 41-32.
En los 60 donde funciona el Gran Centro, en la Kra 53 con 70 esquina, había una clínica pediátrica que atendía el médico cartagenero Libardo Diago Guerrero, diagonal a la residencia de la familia Carbó.
En 1966 llevaba 5 años circulando mensualmente la revista Barranquilla Gráfica, fundada en marzo de 1962 por Raúl de la Espriella y dirigida por Alfredo de la Espriella. La publicación dejó de circular a mediados de los 70. Los archivos fueron donados a la Universidad del Litoral. Hoy la empresa es Espriellabe Impresores & Asociados Ltda.
Alci Acosta gana el Premio Mercado Internacional del Disco MIDEM, en Cannes, por ser el cantante más vendedor de Francia, galardón que compartió con “monstruos” de la época como Elvis Presley, Tom Jones, Javier Solís y Raphael.
Los raspaos callejeros solo se conseguían de cola y tamarindo en cucurucho de papel parafinado. Después llegaron los vasos.
En 1966 mi madre nos llevaba al Mercado Público de la 30. Veía a los bogas remando vigorosamente sus canoas de madera, para abrirse paso en medio del caño hasta llegar a la vieja edificación construida en la década de 1880. Siempre le compraba las frutas, verduras y hortalizas a una señora a quien llamaban “la mona”. Y también llegábamos al Mercado de Granos (1913) para comprarle al “Indio Zabaraín” un poco de plantas medicinales y menjurjes.
Salen al mercado las máquinas de coser de pedal Laika, de la estadounidense Singer; línea que rendía tributo a la primera perrita rusa que fue al espacio en la nave soviética Sputnik 2 en 1957.
Cumple 30 años el Terminal Marítimo y Fluvial de Barranquilla, creado el 13 de diciembre de 1936 y administrado por la empresa Puertos de Colombia (Colpuertos) hasta el 31 de diciembre de 1990, cuando nace la Sociedad Portuaria Regional de Barranquilla.
Cronológicamente
El 8 de enero de 1966, Lucy Abuchaibe, quien venía de ser la Reina del Carnaval de Barranquilla 1965, se convierte en la primera mujer en ocupar la presidencia de la junta del Carnaval.
En enero inicia operaciones la empresas Aerovías de la Costa (Aerocosta) fundada por Luis Carlos Donado Velilla. El primer avión fue matriculado como HK-792. Operaba también vuelos chárter a Miami y luego estableció servicios regulares a San Andrés. La compañía dejó de volar en 1976.
El 24 de enero, se constituye la Universidad del Norte como centro de educación superior, iniciando labores académicas el 11 de julio con 58 estudiantes y 10 profesores, para los ciclos básicos de Administración de empresas e ingeniería. Su primera sede, alquilada, en la Kra 53 No. 82-135, siendo su primer rector Julio Muvdi Abufhele. Fernando Tepedino-Bassi asegura que fue el primer estudiante matriculado. Por primera vez se utilizan busetas para el transporte urbano, con una ruta única que llegaba hasta el Km 5 vía a Puerto. Evocando sus inicios la Universidad abrió en 2012 en el campus, el Restaurante 1966 en el Bloque F 2do piso.
El sábado 12 de febrero se celebró en Santo Tomás (Atlántico) la primera Batalla de Flores Intermunicipal, iniciativa del periodista Manuel Gaspar Pérez Fruto “Gaspito”, tomasino.
El 20 de febrero, Domingo de Carnaval, fútbol en el Municipal. La Reina Josefina González Armenta (prima de Julia Carolina De La Rosa Valiente, Reina en 1999) hace el saque de honor ante un estadio lleno hasta las banderas; al juez chileno Mario Canessa lo “embarrutaron” de Maizena.
Casetas de baile muy seguras y conocidas en el 66: Mi Kioskito (de Víctor Reyes, donde por muchos años tocó la orquesta de Rufo Garrido), El Veracruz (donde debutó la Billo’s Caracas Boys en 1964), La Matecaña (con su eterno animador, Sady Riojas y su famosa frase: “Si te invitan a Matecaña cógele la caña”), El Jardín Águila, La Tremenda, El Toro Sentao y El Hotel El Prado.
En ese Carnaval, la familia Díaz-Granados, mis vecinos de enfrente, me invitó a desfilar con la Danza del Garabato del Country Club. Recorrimos las calles del Centro y terminamos cenando bistec a caballo en la Heladería Americana de San Blas. A mi mamá le encantaba el helado Banana Split.
Esther Forero y Alfredo de la Espriella impulsan un festival con los grupos musicales que asistían al Carnaval. El Festival de Orquestas como tal, nace en 1969 por iniciativa de Arturo López Viñas, su gestor.
En la Batalla de Flores desfila por primera vez el disfraz-comparsa Las Negritas Puloy, creado en Ciénaga e inspirado en el Polvo Limpiador Puloil, el primer gran producto de limpieza.
Waldrido Pérez (Wari), el famoso Cantinflas del Carnaval, trabajaba en la Almendra Tropical y era compadre de mi papá.
A propósito, los dos periódicos más influentes de Barranquilla, El Heraldo y el Diario del Caribe, no circulaban el Domingo, Lunes ni Martes de Carnaval, y reaparecían el Miércoles de Ceniza con una edición gigante cargada de noticias y fotografía alusivas a la fiesta.
El locutor nortesantandereano, Carlos Fernández Garay, radicado hasta su muerte en Barranquilla, hacía durante el precarnaval El Boletín del Carnaval por la vieja emisora Atlántico en el Paseo Bolívar. Su tema de identificación el porro Borrachera, de Lucho Bermúdez, pero en la versión de la orquesta argentina de Eduardo Armani. Tenía su frase de combate: “el perro que llora y el niño que ladra”.
El 26 de febrero, en la avenida Olaya Herrera entre la 70 y 72, frente al parque Surí Salcedo, nace La Troja, de “De Edwin “Guayacán” Madera. Comenzó como un bohío de madera y techo de paja y en poco tiempo se convirtió uno de los estaderos más concurridos y preferidos por los salsómanos barranquilleros.
El 1 de marzo inicia labores académicas el Liceo de Cervantes, de la orden de San Agustín, fundado el 19 de junio de 1965.
El 11 de abril en el Teatro de Bellas Artes recibieron las Medallas del Civismo y del Mérito, de la Sociedad de Mejoras Públicas, Emma Tovar Vda. de Buitrago, Rafael Salcedo Villareal, Amelia Segrera de Puccini y Pedro Rojas Gastelbondo. El discurso de orden estuvo a cargo de don Luis Carlos Reyes, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad de Mejoras Públicas, de ese momento.
El 12 de abril, mediante el Decreto # 172 de 1966, firmado por el alcalde Saúl Pertuz Jimeno, la Alcaldía Municipal “acoge a la ciudad de Tampa, Florida, Estados Unidos, como ciudad hermana de Barranquilla”, para intensificar aún más los vínculos de amistad entre las dos urbes. Don Elías Chegwin, el hombre cívico de Barranquilla, apoyó la iniciativa y formó parte del grupo de ciudadanos que conformó el comité de enlace con la nueva ciudad hermana.
El 16 de abril de 1966 nace en Barranquilla, Alejandro Char Chaljub, dos veces alcalde de la ciudad.
El 29 de abril, Concierto de Música Religiosa en el Teatro de Bellas Artes, ofrecido por la Orquesta Filarmónica de Barranquilla.
El 11 de junio, el Gobernador del Atlántico, Ernesto McCausland, clausuró la Universidad Libre por protagonizar sus estudiantes graves desórdenes callejeros.
En junio de 1966 los habitantes del sur claman porque se canalice el arroyo de Rebolo conocido como “el arroyo de la muerte”. En ese mes el puente de Rebolo sufrió graves daños. La solución parcial comenzaría en 1974 durante la presidencia de Alfonso López Michelsen y su Ministro de Obras Públicas, el barranquillero Humberto Salcedo Collante.
El 22 de junio en Barrancabermeja, la selección Atlántico con jonrón de Teófilo Gutiérrez, gana el Campeonato Nacional de Beisbol categoría mayores, al derrotar en 9 entradas a la novena de Bolívar por 5 carreras a 4 y dejarla manilla en mano.
El 18 de julio el Senado de la Republica cede a título gratuito al Comité de la Liga Antituberculosa Colombiana, Seccional del Atlántico, un inmueble que la Nación posee en Barranquilla, para la construcción de establecimientos para la Campaña Antituberculosa Infantil.
Según la Ley 25 del 3 de agosto de 1966, “por la cual se honra la memoria de Laureano Gómez”, ordena en su Artículo 5º. “El puente que se construirá en la carretera que va de Barranquilla a Santa Marta, sobre el río Magdalena, se denominará Puente Laureano Gómez”.
El 5 de agosto, dos días antes del final de su mandato, el Presidente Guillermo León Valencia, firma el primer contrato para la construcción del puente Pumarejo. Para sorpresa de los barranquilleros, el nuevo jefe del estado, Carlos Lleras Restrepo, lo revoca porque a su juico había inconsistencias técnicas , financieras y legales.
El 17 de agosto de 1966 visitó a Barranquilla el Presidente de Venezuela, Raúl Leoni, quien anteriormente había estado exiliado en la capital del Atlántico en 1931. El alcalde, Saúl Pertuz Jimeno, lo declara “huésped de honor” y le entrega las llaves de la ciudad. Leoni, en demostración de gratitud a “la Puerta de Oro”, dona 500 dólares para construir el Parque República de Venezuela inaugurado en 1967 y remozado en 2019.
La Ley 50 del 12 de septiembre de 1966 en su Artículo 1º. declara que “hay motivos de utilidad pública, e interés social, para la adquisición de los terrenos denominados, La Sierrita, La Ceiba y La Sierra, ubicados en la Ciudad de Barranquilla y que actualmente son objeto de ocupaciones de hecho”.
En septiembre Barranquilla fue designada sede de los juegos universitarios de 1967, que se celebraron en julio de ese año con asistencia de doce universidades colombianas.
El 15 de septiembre el Congreso de la República mediante la Ley 53 de 1966, adiciona tres millones de pesos para la terminación del Teatro Municipal. Presidía la Cámara de Representantes el abogado barranquillero, Carlos Daniel Abello Roca.
Del 5 al 8 de octubre se realiza en Barranquilla el Primer Reinado Nacional Universitario, para celebrar las Bodas de Plata de la Universidad del Atlántico.
El 15 de octubre se inaugura en Barranquilla la Petroquímica del Atlántico, en terrenos del campamento de Las Flores; una inversión privada de $1.000 millones.
El 19 de octubre se constituye la empresa Gases del Caribe S.A. para la venta de gas propano.
El 11 de noviembre, Martha Luz Vásquez, Señorita Atlántico, es elegida primera princesa en el Teatro Heredia de Cartagena.
El 12 de noviembre se presenta en el Coliseo Cubierto Humberto Perea el músico cubano, Dámaso Pérez Prado, quien venía procedente de Cartagena tras presentarse en el Reinado Nacional de Belleza, con su ‘show’ Ballet Momo a Go Go.
El 24 de noviembre mediante la Ordenanza # 034 se crea el Colegio Oficial Marco Fidel Suárez, con el nombre del Colegio del barrio La Magdalena.
El 23 de diciembre la Ley 72 de 1966 dictó “algunas disposiciones referentes al impuesto del centavo escolar que por locomoción urbana tiene establecido la ciudad de Barranquilla”. El impuesto a que se refiere la Ley 34 de 1932 se dedicará, exclusivamente, a la adquisición de terrenos para escuelas, construcciones escolares y dotación de los establecimientos respectivos.
El 31 de diciembre sonaba el pinto de Cervecería Águila, que retumbaba en toda la ciudad despidiendo en año viejo y dándole la bienvenida al año nuevo. También resonaba cuando había un acontecimiento extraordinario, como al estallar y terminar la Segunda Guerra Mundial, 1939 y 1945); cuando Avianca se llevó de Barranquilla su sede para Bogotá en 1950) y el primer título Junior el 14 de diciembre de 1977. El pito estuvo apagado entre 2009 y el 17, y volvió a sonar en 2018.
En la calle 77 con Kra 71, el empresario Alberto Azout funda en sólo 500 m² el primer Almacén Comisariato Vivero, con el slogan “más barato nadie puede”. Muchos recordamos “las noches de luna loca” y el pesebre gigante que hacían en diciembre.
Sobre la Kra 51B con calle 92 se inicia la construcción del “Canódromo”, para carreras de galgos.
Silvia Báez de Angarita funda el Colegio Gimnasio del Country.
En lo alto de la 72 con 46 el aviso de neón de Cerveza Germania Exquisita, con la foca luminosa jugando bolos.
En 1966, Bavaria adquiere la Cervecería Águila de Barranquilla y la familia Santo Domino pasa a ser el mayor accionista.
Los circos mexicanos llegaban a un un lote contiguo al Centro Colombo Americano, en la Kra 43 con calle 51, frente a la Panadería Levante, de españoles. Otros, levantaban su carpa en un terreno detrás del Mercadito Boston, que luego ocuparía la caseta La Piragua. También, llegaban al parqueadero del estadio Municipal, hoy estación Joe Arroyo de Transmetro. Circos que recuerdo haber visto: El Razzore, Hermanos Gasca, Hermanos Fuentes. el Egred Hermanos, y papá me hablaba del Atayde, fundado en 1888.
La alcaldía de Barranquilla quedaba desde 1960 en la calle 38 (Caldas) entre la Kra 45 (Líbano) y la 46 (Olaya Herrera); edificio de 7 pisos construido durante la administración de Rodrigo Carbonell.
La “nevada” de los buses de Puerto Colombia estaba en la Plaza de San Nicolás.
Sobre la 44 detrás de la tribuna de Sol del estadio Municipal, el restaurante “El pez que fuma”.
Emiro Abuchaibe, el empresario que traía a la Billo’s, hacía cabalgatas por las calles del norte de Barranquilla.
En la calle 76 con Kra 49C se monta el segundo Súper Rayo, luego del primero en SEARS. Realmente duró poco y en ese terreno se construyó la Olímpica de la 76.
En las calles se conseguía uvita playa, guinda, martillo, bolitas de tamarindo y de pimienta, pirulí, arropilla, cucuruchos de maní, pan de yuca blando y piñita en bicicleta. En las tiendas, bolitas de coco, corronchos, bolillos, jartapobre, cucas, brazos de reina, conservitas, gelatina de pata de vaca y bolitas de maní en colores blanco y rosado.
Casa Players vendía las bicicletas y triciclos (Jurime) en el Paseo Bolívar.
Griegos famosos en Barranquilla, los de la Lonchería Americana, El Mediterráneo (Atanasio Angelolgianopulos y Anessa), Heladería americana (fundada en 1936) y la refresquería La Patagonia de don Jorge Tarchópulos Karagianidis, en el viejo Mercado Público de la 30.
En el 66 funcionaban en el Centro el Bar Toledo, el Metropol, el edificio OK (construido por José Gómez Plata), el Club Barranquilla, Almacén Mogollón, Caravana, Danaranjo, Discos Daro, Discos Majestic (de Jorge Salem), Calzado Luxor (de la familia Ayub), Ropa El Roble, Calzado La Francesita, Calzado Faitala (fundado por los italianos Antonio Celia y Blas Barletta), almacenes Aures (de Agustín Botero), Mar de Plata, la General Electric, Librería Nacional, Librería Mundo, Casa Clavería (fundada por don Víctor Díaz Clavería), Papelería Barranquilla, Los Muchachos (de la familia Jamiz), Calzado Cozzarelli (fundado en 1890 por el italiano Antonio Cozzarelli), Calzado La Corona, La Gran Vía, Droguerías Blanco & Roca, Farmacia Santa Cruz (de Eduardo Ribaldo Caballero), Farmacia Ideal (de Jesús Rueda), Farmacia Vida, Farmacia Unión (de Israel Gontovnik), Farmacia Bolivariana (de Diego Bolívar), Cepalacio, la Casa Musical, Colchones Racedo, Eliza Gonzalez-Rubio, La Casa Rosada, Confecciones Gober, Calzado Puyana, El Ganadero, Murcia, la Panadería Nacional, El Iris, la Casa Vargas, Vanytor, Croydon, Iberia, el Bazar Central, Pollos Broiler, La Singer, El Oasis, el Hotel Riviera, el Hotel Central, Hotel Victoria, el Teatro Colombia, el Cine Rex, el Teatro Colón y el Murillo, la Librería Selecta, almacén Movilla, las agencias de Loterías (en la Kra 45 con Paseo Bolívar), Avianca, Aerocóndor, Abavia, Turismo Dovel, Joyería Muzo, Expreso Brasilia y Unitransco, el Ley, el Tía, la Voz de la Patria, almacenes Franco, Electrificadora del Atlántico, Empresa Municipal de Teléfonos, Docarto, Ramarbe, Joyería El Suizo (de Otto Wunderlin y sus famosos relojes Invicta y Omega), el Muluki (de Manuel Morán), Almacenes Mariscal (de Reinaldo Morán), las Empresas Públicas Municipales, Óptica Garavito (fundada por Ramón Garavito en 1945), Lasting (el del aviso al revés), Hotel San Blas, Banco Francés e Italiano, El Heraldo, American Gentleman y la Floristería Barranquilla (la única que vendía musgo para los pesebres), entre cientos de negocios.
También, en el Centro en el Paseo Bolívar y en la calle San Blas (35) por Clavería, habían fotógrafos callejeros sorprendiendo al transeúnte con una foto. Inmediatamente, entregaban un tiquete con un número para reclamarla y pagarla otro día, si uno quería. Estas fotos también las daban en uno mini-telescopios.
En el Centro, la Sociedad de Mejoras Públicas sembraba arbolitos en alcorques y los protegía con corralitos de madera con las letras S.M.P. Nunca pegaron.
En 1966, en el Paseo Bolívar funcionaba el Consulado de los Estados Unidos, en el quinto piso del edificio del Banco de la República, construido entre 1949 y 1951 y donde siempre ondeaba la bandera americana, visible desde la calle. Después, la agencia consular emigró a otos sectores del norte. Allí laboró una hermana del celebre Orlando Rodas, tal vez el hombre más obeso que recuerden los barranquilleros y quien vivía a una cuadra de mi casa en la esquina de la Kra 49B con calle 76, al lado de la familia González Torres..
Entre 1962 y 1979 fue gerente del Banco de la República, sucursal Barranquilla, Enrique Hanabergh, quien vivía en el último piso.
En el entorno de la 46 funcionaban el Teatro Doña Maruja (de propiedad de Maruja Gonzalez-Rubio Duncan), el Restaurante Mi Vaquita “el lugar de su cita”; el restaurante y grill el Chop-Suei; Restaurante El Pez que fuma (de Hernán Córdoba), los tomaderos La Barra (del alemán Fred Berth) muy conocida por su sifón, y Los Almendros (donde ahora está la Oficina de Checo); Piolindo; una estación de gasolina Esso; la estación de taxis La Voz de la Patria (teléfono 44444); la Droguería Nueva York, Pollos Kibori, el restaurante Chow Mein; Panadería La Gitana: tienda La Gloria; la planta estadio de la Empresa Municipal de Teléfonos (EMT); una bodega del INA llamado después IDEMA; el Hotel Alhambra; La Italiana; el parque y estadio de basketball Tomás Surí Salcedo y El Mediterráneo, montado y administrado por inmigrantes griegos. Y uno de los tantos almacenes de Edgardo Pereira, llamados luego EP.
Dos venezolanos muy famosos y queridos en los 60: el cónsul Aquiles Yibirín y Juan B. Sánchez Quintana, gerente de la Pepsi Cola.
La calle 72 fue ampliada en 1962 y tras el asesinato de John Kennedy el 22 de noviembre de 1963 pasa a llamarse ‘Avenida Kennedy’. La calle 76 fue ampliada y pavimentada en 1960.
Donde funciona la Olímpica de la 72 con 47 estaba la Bolera Colombia de Luis Vergara Palacio, por muchísimos años el gerente inamovible de la Lotería del Atlántico, y el Mercado Abello, con servicio a domicilio como las tiendas de barrio actuales.
A dos cuadras y enfrente a la casa de los abuelos paternos de Edgardo Sales el comerciante Fuad Saade (el suegro de Ramón Jesurún) montó el salón de bingo y restaurante El Manara, muy frecuentado por los jugadores extranjeros que militaban en Junior, quienes impusieron la moda de no usar medias o calcetines, costumbre que se quedó para siempre.
La fábrica de Coca Cola funcionada en la carrera 48 con calle 70 (luego la Clínica del Niño y actual Clínica del Norte).
El locutor y radioperiodista, Marcos Pérez Caicedo, tenía en la calle 42 (Obando) con Kra 41 (Progreso) su sede propia, con oficinas, sala de redacción y estudios, donde transmitió por aislado durante varias décadas el Radioperiódico Informando.
En 1966, cuando no existía la elección popular, Barranquilla tuvo tres alcaldes: Roberto A. Cepeda, Saúl Pertuz Jimeno y Alberto Pumarejo, y el gobernador, Ernesto McCausland Osío.
Lastimosamente es demolido el majestuoso Hotel Astoria, de la familia Faillace, en la esquina noroccidental de la calle 45 con Kra 43, para ampliar la calle Murillo.
No existía aun la banda FM y dominaban el dial las emisoras AM de la época: Radio Libertad, Emisoras Unidas, La Voz de Barranquilla de Cadenon, Radio Kalamari, La Voz del Litoral, Radio 15, Emisora Atlántico, Radio Reloj, Emisora Riomar (de Todelar), La Voz de la Costa, Emisoras ABC, Radio Piloto, Emisora Variedades y La Voz de la Patria con su famoso Radioteatro.
Una propaganda radial que me aprendí para toda la vida en la voz de Marcos Pérez con una locutora que nunca identifiqué: “Calor, calor, calor, ríase usted del calor, póngase polvo Mexsana, de noche, tarde o mañana, refresca mucho mejor”.
Radio Libertad hace un concurso de cometas y cometones que fueron volados en la calle 90 con Kra 47, en terrenos aún no urbanizados. El primer premio fue un escudo nacional y el más grande, de metro y medio, representaba a dos jugadores del Junior.
Únicos teatros o salas de cine con techo: Cine Colombia (hoy, el Centro Comercial Aladino); Rex; el Murillo (reemplazado por los Cinemas 1 y 2); Colón (inaugurado en 1947); Metro (antiguo Apolo) después le agregaron el Metro 2; el Capri en 1968; los ABC (frente al Coliseo Cubierto); Cine Royal, y Cinerama 84 (hoy el Hotel Windsor ). En el Metro los fines de semana había “social doble” y se podían ver dos películas pagando una sola entrada.
Los demás teatros eran todos destapados. Los más cercanos a mi casa, el Coliseo (en la 82 con 43 de la familia Saieh), el Doña Maruja (en la kra 46 a un costado del parque Surí Salcedo) y el Lido (en la Kra 44 con 79).
En 1966 se descubre en los Departamentos del Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, Magdalena y Sucre, la llamada tortuga “carranchina o montañera”, especie exclusiva e estas tierras.
Ricardo Plata Cepeda, estudiante del Colegio San José, es el Mejor Bachiller Coltejer de Colombia en noviembre de 1966.
El cineasta barranquillero, Luis Ernesto Arocha último sobreviviente del Grupo Barranquilla y uno de los pioneros del cine experimental, produce la obra “La ventanas de Salcedo”.
En los 60, Toby Setton, un empresario cartagenero que se radicó en Barranquilla, pionero en crear sus telas, montar una fábrica, exhibir sus prendas y venderlas por tallas, llega al apogeo de sus negocios con su acreditada marca Jackson’s Fashions.
La empresa de bebidas negras Kolcana se idea un concurso premiando con una motoneta ‘Auteco Lambretta’, a la primera persona que completara la palabra K-O-L-C-A-N-A. La letras venían individuales en las “checas” y había que raspar el corcho.
Barranquilla llegó a tener 4 marcas propias de café: Almendra Tropical, Sabroso, Universal y Jafa.
En diciembre, la Cafetería Almendra Tropical cambiaba papeletas de celofán vacías por regalos. La propaganda la grababa Miguel Lugo Villarreal. También, regalaban el tradicional almanaque vertical enrollable con un motivo religioso.
Los árboles de Navidad eran de madera natural, pintados de blanco con bolitas de icopor y base de cemento en un pote de lata; los vendían en el Centro. Después, llegaron los plateados y finalmente, los verde de plástico.
En diciembre, la costumbre y todavía sigue siendo una tradición, el barranquillero pintaba su casa: por eso asociamos el olor a pintura fresca con el fin de año.
En el Hotel El Prado hacían un pastel de Navidad del tamaño de un pan de molde, a base de frutas cristalizadas. Atendían por una entrada habilitada por la Kra 54.
A finales de este año, Oscar Fernández González le propone a la Junta del Carnaval que presidía, Héctor Juliao Saravia, una Gran Parada el Domingo de Carnaval, con las danzas, disfraces, cumbiambas y la Reina del Carnaval. La iniciativa es aprobada y el primer desfile se hace por la calle 72, el 5 de febrero de 1967, desde el parque Bellavista hasta el estadio Municipal, encabezado por Martha Luz Vásquez Osorio.
En diciembre se vendían el Almanaque Bristol y el de Piel Roja, idénticos a los de hoy.
El billete de $20 traía en el anverso la imagen del Banco de la Republica de Barranquilla, sede Paseo Bolívar.
Por fin termina la construcción del denominado dique interior de contracción en el tajamar oriental de Bocas de Ceniza, incluido el angostamiento del río Magdalena de 620 a 512 metros. Los trabajos definitivos concluyeron en 1966, más la obras en el propio Terminal Marítimo y Fluvial de Barranquilla.
Se cumplen 10 años de haberse iniciado la construcción de la carretera Troncal del Caribe, trayecto Barranquilla Ciénaga. Fue una obra auspiciada por la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla y terminada en 1960.
Lo más pegado en música
Jesús Nuncira Machado, cantando Luis Gómez y con el grito de Tomasito Rodríguez “me falta la ele”, graba el cumbión ‘Cómo se acaban las velas’ (Los amores de Petrona), la canción que anuncia le llegada del fin de año.
La orquesta de Pacho Galán graba Noches de Caracas.
Rufo Garrido graba Tu cumpleaños cantando Crescencio Camacho y Avivata.
El maestro Billo Frómeta, director de la Billo’s Caracas Boys graba el long play ‘Desde 1937 a 1966 bailando con Billo’, y sólo para el vecino país Cheo García la guaracha Carnaval del 66.
El cantautor barranquillero, Mario Gareña (García Peña) compositor de Yo me llamo cumbia, fue elegido el cantante más popular de Colombia 1966, concurso de Caracol Radio.
Los Melódicos, trabajo El más completo elenco, con el bolero que me fascina, No volveré a sonreírte, en la voz de Lee Palmer.
Pedro Laza y sus pelayeros graban el trabajo Fiesta y corraleja con el super éxito Pie pelúo.
Orlando y su Combo pega Vámonos de fiesta y Azucena y graba Fiesta en Barranquilla cuya carátula lleva el mismo nombre.
Alfredo Gutierrez y sus estrellas graban La banda borracha, cantando Leonel Benitez.
La orquesta de Porfi Jiménez graba su más grande éxito: La negra Celina del compositor colombiano Cristóbal Pérez.
Clímaco Sarmiento (natural de Soplaviento, Bolívar y autor de La vaca vieja) graba Bombo y maracas de Esthercita Forero.
En el 66 el sexteto Los Blanco de Maracaibo triunfa con la picaresca canción Que le den, del compositor barranquillero José María Peñaranda (el mismo de Se va el caimán). También, Otra noche de ilusión, que grabó el Joe Arroyo en 1996 como Noche de ilusión, sin superar la versión original.
En ese mismo año Los Corraleros de Majagual graban Suéltala pa’ que se defienda; Calixto Ochoa, Mata e’ caña; Juan Nicolás Estela, La chica del billete; El Conjunto Real Costeño, Songo sorongo y Discos Fuentes los 14 cañonazos bailables Volumen 6.
El músico y compositor caraqueño Hugo Blanco y su arpa viajera, graba El cable.
En pleno furor del Ye-Yé, el Go-Gó y el twist, Oscar Golden enloquece a la juventud con su Boca de Chicle, mientras que Lida Zamora lo hace con La chica Ye-Yé.
En noviembre del 66, a sus 22 años, Nelson Henríquez se vincula en calidad de bolerista a la Billo’s Caracas Boys, en reemplazo de José Luis Rodríguez.
Se impone la Nueva Ola y nace El Club del Clan donde surgen Vicky, Emilse, Mariluz, Christopher, Hernando Casanova, Oscar Golden, Claudia y Billy Pontoni, entre otros. Se abre paso un nuevo y pegajoso ritmo que duró muy poco: El pompo.
Los Corraleros de Majagual graban su inmortal larga duración Nuevo ritmo con el célebre Mosaico que empieza con Las flores rojas, mientras que Tony Zúñiga, eE Pompo del 66.
Dolcey Gutierrez y su conjunto graban ‘Calvo tiempo’ burlándose de los alopécicos. Si po la calle venía un calvo había que ponerse firme y con saludo militar exclamar: ¡Calvo, tiempo! y la otra respondía: ¡Hasta que te salgan pelos! de lo contrario, se ganaba un coscorrón. Los calvos, como mi padre, se indignaban cuando lo ridiculizaban en su propia cara.
También, Dolcey compone y graba, El pato y la pata, que se impuso ese fin de año. Después, Billo Frómeta la grabó en 1967 y de nuevo en el Mosaico 42 en 1978.
Anibal Velásquez y su picaresca guaracha “El turco perro”, que todavía se escucha.
En ese fin de año, mi tío Alvaro Domínguez le llevó de regalo a mi mamá el long play Navidad con las Dominicas, que acababa de salir y adquirió en Daro.
Sueltos del 66
Don Gabriel Forero Sanmiguel transmitió en vivo por La Voz de la Costa la posesión de Alberto Pumarejo como alcalde de Barranquilla. Aún recuerdo una propaganda grabada que pasaba la emisora en la voz de Lermes Lombana Piñeres que decía al final: “Solo en dos casas se come bien, en la suya y en La Fonda”.
El Colegio Karl C. Parrish es acreditado internacionalmente por la Asociación de Escuelas y Universidades del Sur de los Estados Unidos. Fue fundado en 1938.
Recuerdo, entre otros, estos programas de la Voz de la Patria 1.310 en la banda AM y su slogan “la emisora de la tonalidad perfecta”: desde el radioteatro, Cosas de mi tierra (Gustavo Castillo García) y el Show de Esthercita (Esther Forero); Tocayos Ceballos (de noche); La hora del agrado (Emma Revollo Samper); Desfile Deportivo (Chelo de Castro); La Tómbola (Pedro Juan Meléndez), Y cómo olvidar los “baches” que hacía Felix Chacuto cuando en su turno anunciaba un disco así: “y en programa”. Una propaganda que hizo historia en la emisora la del almacén Franco.
En el 66 el narrador y comentarista barranquillero, Efraín Peñate Rodríguez, es nombrado director nacional de deportes de la cadena RCN.
En Emisora Variedades despega la carrera de locutor de Jacob Guerra C. que luego sería durante 36 años una institución en Emisora Atlántico y en 1995 el primer presentador del musical humorístico Cheverísimo por Telecaribe.
Juan Illera Palacio narraba los partidos de local del Junior por Emisoras Riomar, con comentarios de Leonidas Otálora Gómez. Juancho era muy coloquial y anecdótico en sus transmisiones. El 11 de mayo de 1986 fue invitado a narrar por Radio Piloto, con Guillermo Rodríguez Figueroa y Armando Cabrera Muñoz (Arcamuz) el partido inaugural del estadio Metropolitano entre Junior y la Selección Uruguay.
Los remedios más populares de la época de venta libre, que se promocionaban por la radio y prensa, eran básicamente:
Mejoral (para el dolor de cabeza; famosa su propaganda “mejor mejora Mejoral”; hasta canción le sacó Alejo Durán); Mejoralito (para aliviar la fiebre en niños); Agarol (laxante); leche de magnesia Philips en envase de vidrio azul; Pipelón (para los niños lombricientos); Tricófero de Barry (para fortalecer el cuero cabelludo); Curarina (para picaduras); Yodex (microbicida); Bronchodermine (expectorante); Numotizine (para inflamaciones dolorosas); Merthiolate (antiséptico y preservativo); Anticalculina Ebrey (para dolores musculares); Cofrón 12 (multivitamínico a base de hierro); Eye-mo (para la irritación de los ojos); Mentolatina (la competencia del Vick Vaporub); Crema Cero (para la piel del bebé); Calmador (analgésico); Aceite de hígado de bacalao (reconstituyente); Wampole (para el desgaste e inapetencia); Vitacerebrina (para proteger el cerebro de los efectos del envejecimiento); Árnica (para aliviar dolores. Edgar Perea se la recomendaba a los enemigos de Junior, para que sobrellevaran el dolor de verlo ganar).
Las canteras más conocidas, Munarriz (de propiedad de la familia Munarriz Salcedo, cuyos hijos estudiaron en el Colegio San José y Canteras El Santo. A los picapiedra les decían “armadillos”. Estos yacimientos quedaban en Puerto Colombia.
En el almacén El Iris en la Kra 41 con calle 32, de don Enrique Bernal Moreno, a la vuelta de las arcadas de plaza de San Nicolas sector conocido como Pica Pica, se conseguía de todo para dotar la cocina, más los juguetes de nuestra niñez como yoyos, trompos de madera, bates, etc, pero recuerdo especialmente los tintes para la ropa. Era muy famoso Martín, un hijo “especial” del señor Bernal, que siempre estaba en la tienda atendía muy diligentemente a la clientela.
Había otro negocio muy parecido en la Kra 43 con calle 70: almacén Relegas.
Estaban de moda los canguros metálicos saltarines y los patines Go-Go con hebillas de acero cromado, que se compraban en SEARS.
Los hermanos Hans Peter y Helmut Bellingrodt ganan medalla de Oro y Plata, respectivamente, en los Juegos Nacionales de Cartagena 1966, en la modalidad de tiro al jabalí o blanco móvil.
El cablegrama era la comunicación más rápida y abreviada que existía, el servicio lo prestaba Telecom y le llamaban Marconigrama. Había un kiosko en la calle 76 con 43B y otro en la Kra 48 llegando a la 72. Cada palabra costaba.
El “Don Felo”, el bus inmenso de casi 14 metros que cubría la ruta a Puerto Colombia desde 1964 y salía de la plaza de San Nicolás, era la sensación cuando transitaba por las calles. Después el ingenio popular lo bautizó el “Mister nojoda”, y finalmente el “nojodaaaa”.
En el 66, estos son algunos de los colegios privados funcionaban al norte de la ciudad: El San José, San Francisco, Biffi, Alemán, Sagrado Corazón, Divino Niño, Cambridge, Santa Cecilia, Sicopedagógico, Barlovento, San Pedro Apóstol, Seminario, Americano, Instituto Ariano, del Prado, Hebreo Unión, Parrish.