Chico “Sensación” Salas inmortalizó ‘Lamento náufrago”

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Fotocaptura Colección Gladys Palmera

POR: JAIME RUEDA DOMINGUEZ

“De Barranquilla salió mi éxito”, fue lo primero que nos dijo Ángel Esteban Salas  (su verdadero nombre).

Nació el 26 de diciembre de 1927 en Turmero, Estado Aragua, al centro norte de Venezuela. Solo tiene un apellido, el de su madre, Ana Vicenta Salas.

POR QUE CHICO SALAS

Pedro Miguel Suárez era un locutor de noticias de Radio Rumbos de Caracas. “En 1952 me estaba entrevistando,  y después de presentarme por mi nombre, Ángel esteban Salas, me dijo: ‘artísticamente tu nombre no dice nada’. Desde ese día me bautizó  ‘Chico Sensación’ Salas” y así quedé para siempre.

A Chico lo encontramos una tarde en Caracas en 1987, caminando por las Torres del Centro Simón Bolívar, conocidas como las Torres de El Silencio. Nos acompañaban Oswaldo Sampayo y Oscar García.

 

Son dos edificios gemelos de 32 pisos, construidos durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, inaugurados el 6 de diciembre del 54.

En ese momento, Salas tenía tres años retirado del canto. Parodiando al maestro Rafael Escalona en El Ermitaño o El pobre Migue, sus amigos del ambiente musical se preguntaban “qué le estará pasado al pobre Chico, que tiene mucho tiempo que no sale”.

Y nos cuenta: “Yo nunca me ido del canto, pero no se qué me ha pasado. He tenido grandes éxitos, pero también grandes desilusiones. Tuve suerte con todas las orquestas donde actué y grabé muchas temas”.

Encontrarse con periodistas de Colombia lo hacía sentirse subido a una tarima “pegando mis gritos como decía mi compadre Víctor Piñero”.

Confesó que botó mucho dinero con sus “amigos”, que después no fueron recíprocos. No se privaba de comerse unos chicharrones con frijoles y arepa,  o una langosta. Podía estar hoy, durmiendo en una hamaca o en el piso, y mañana, disfrutando en un jacuzzi. Ese día estaba “mueco” porque se había caído de un tractor.

Chico estudió hasta segundo año de Agronomía y se retiró para dedicarse al canto. Empezó dando retretas en la plaza pública ganándose 10 bolívares; luego vivió un tiempo en Maracaibo.

A continuación, se vincula  a la orquesta mexicana de Juanito Arteta, para llegar donde Chucho Sanoja en su época dorada.

LAMENTO NAUFRAGO

Aquí se detiene y se explaya en contar todo sobre el porro insigne del maestro Rafael Campo Miranda, su carta de presentación musical en el mundo.

En 1957 Campo Miranda le envió desde Barranquilla  a Chucho Sanoja dos temas de su inspiración: Viento verde y Lamento náufrago.

En Discomoda había un español que tenía un gusto especial y preferencial por la música colombiana. Rafael Campo Miranda le escribe a Chico Salas diciéndole que por intermedio del ibérico le había mandado dos porros, para que los grabara con Sanoja.

“A mi me gustó mucho Lamento náufrago. Le dije a Chucho ¿qué le vamos a agregar a ese número? y comenzamos por subirle la entonación de la frase ‘la besé con loca pasión’, porque originalmente era hacia abajo”.

Chucho le agregó el coro “perdido en la playa morena/ perdido en la bruma del mar/ recordando tu cariñito/ recordando tu corazón/ si tu vuelves mi cariñito/ yo te doy mi corazoncito”.

Chico acota que Chucho Sanoja se cuidó de no salirse de la línea poética de la canción original, “para no desbaratar el poema de Campo Miranda”.

Es más, nos dijo que conocía el balneario de Puerto Colombia, pero ignoraba que el fraseo “viejo muelle de mi Puerto triste atracadero de pasiones náufragas del mar”, se refiriera a este lugar. Y exclama: “Conozco Puerto Colombia pero no sabía que se había inspirado allí”.

Lo que asegura Chico es absolutamente cierto. Escuchen la versión original grabada en Barranquilla en 1956 por la orquesta de Juancho Esquivel, para Discos Tropical, cantando Humberto “Chichi” Meyer, “hacia abajo y sin coro”.

CAMPO MIRANDA LO CONFIRMA

El 17 de mayo de 2017 en el auditorio Mario Santo Domingo de la Aduana, Rafael Campo Vives, mi condiscípulo y de Promoción del Colegio San José, y por demás hijo del maestro, lanzó su álbum ‘Música del Caribe colombiano para guitarra”.

Esa noche, en la cumbre de sus 98 años, el maestro subió al escenario. Nosotros aprovechamos la ocasión para confirmar lo que 30 años atrás nos había dicho en Caracas Chico Salas.

 

Le hicimos el comentario casi que al oído y al instante nos dijo: “Es verdad, y los directores de orquesta pueden tomarse esa libertad, enriquecer una canción o mejorarla en beneficio del compositor y eso pasó exactamente con Lamento náufrago”.

Chico Salas vivió en Europa seis años y cantaba Lamento náufrago con una orquesta que montó allá. “Lola Flores la escuchó y la grabó”.

Chucho  hace una gira por España, Chico decide quedarse en Europa. Sanoja regresa y  graba en México.

PASIÓN TIBURONA

El primer título del Junior de Barranquilla el 14 de diciembre de 1977 desató en el Caribe colombiano la primera oleada de juniormanía.

Desde ese año, Antonio del Vilar le ha compuesto tres temas a los tiburones: Junior Campeón (1977), De dos dos  (1980) y Pasión tiburona.

Hace tres meses, el cautautor momposino recordó en Youtube que este último tema cumple 45 años en 2020, asegurando que “la versión de Los Melódicos interpretada por Chico Salas, con el coro de Verónica Rey, es de primera calidad”.

Chico se refiere a su paso por la orquesta de Renato Capriles y reconoce que pudo ajustarse a ella gracias “a un arreglista y pianista colombiano muy bueno: Oscar García”.

Añade que “yo quise agregarle algo a Pasión tiburona, pero Renato no quiso y era dedicado al Junior. En Barranquilla la cantamos una vez en la Plaza de Toros Monumental del Caribe. Ese día se me acercó una persona del público y me preguntó, “Chico, ¿por qué las orquestas venezolanas suenan tan rico?”.

EL EMIGRANTE LATINO

Es tal vez la composición más nostálgica, sentimental y conmovedora de Antonio del Villar. “Yo la canté porque la tenía que cantar, pero no me sentía cómodo en el tono y Oscar (García) lo sabe. Para mi fue una grabación incómoda, Yo quisiera grabarla de nuevo en mi tono porque es una belleza. No es que en la versión con Los Melódicos, distorsionara, porque hay veces en que el cantante tiene que esforzarse y puede gritar. Yo soy muy gritón y me gusta la alegría. Pero El emigrante latino es una composición dulce, una pieza que hubiera querido vivir y no pude cantarla con sentimiento”.

En este orden dijo que le gustaría grabar un trabajo de solo canciones colombianas, pero ajustadas a su tono.

AMO EL VALLENATO

Salas se declaró admirador número uno de la música vallenata, en especial de los Hermanos Zuleta y del Binomio de Oro. En ese momento estaba vivo Rafael Orozco.

“Estoy enamorado de la música vallenata porque es lo más bello que he oído. Yo me llevé un disco para Europa y lo puse en una discoteca. Nunca habían escuchado esta música y la gente me comentaba: ‘Cómo suena de bonito, ¿eso de dónde es’? Y les dije, eso es acordeón de Colombia. Me tocó dejarles el disco”

TRES ANÉCDOTAS CON PORFI JIMENEZ

En el viaje del 87 a Venezuela, que tantas veces hemos mencionado en nuestras crónicas, una mañana visitamos las oficinas de la orquesta de Porfi Jiménez, en el edificio Bárcenas a Río en Caracas, donde estaba o a lo mejor sigue todavía la sede de Los Melódicos.

Al saber que éramos periodista colombiano, Porfi nos contó tres anécdotas.

La primera. La ocasión en que la orquesta Billo’s Caracas Boys, con la que alternaba en un baile se pasó de tiempo en un set.

El maestro Billo le ofreció las excusas de rigor y aparentemente la cosa quedó ahí. Cuál no sería su sorpresa, cuando al día siguiente recibió una nota firmada por el propio Billo, con una hermosa trompeta, como desagravio por lo ocurrido.

Porfi nos mostró la trompeta, exacta a la que usa en sus actuaciones el merenguero dominicano Wilfrido Vargas.

La segunda.  Caminamos un poco dentro de su oficina y nos mostró una foto donde aparecía Chico Salas detrás de los atriles con su orquesta. Sin estarle preguntando, nos dice: “A Chico le costaba mucho memorizar las letras y en los baile tenía que estar mirándolas”.

Y efectivamente, en la foto se ve a Chico con un papel en la mano.

La tercera.  No la contaremos jamás porque mancilla la memoria de alguien a quien apreciamos muchísimo.

Chico Salas admite que su éxito está ligado a Lamento náufrago y a Viento verde de Rafael Campo Miranda.

También  A orillas del río Chicagua, de Cescencio Salcedo, a quien le dedicamos una crónica recientemente y a La negra Celina de Cristóbal Pérez, grabada con Porfi Jiménez; todas, composiciones colombianas.

CON NELSON HENRIQUEZ

Con el maracucho grabó en 1973 Nube viajera, pero no fue cantante de planta de su combo. Para Chico bastó con saber que el porro era de  Campo Miranda para aceptar grabarla. En esa época se ganaba 30 mil bolívares mensuales y por esta grabación Nelson le pagó 2.000 bolos y el mismo día se cerró el long play.

“Nunca pensé que esa canción iba a pegar, porque estaba hecha para el tono bajo de Nelson y yo le agregué la síncopa que no hacía Nelson. La canción le gustó tanto  al maestro Campo Miranda que con un emisario me mando a decir:  “Dígale a Chico que el número es una belleza”.

QUIERO PRODUCIR MÚSICA COLOMBIANA

En esta parte del diálogo manifestó estar deseoso de grabar unos números colombianos, “producidos por mi”.

LA DESPEDIDA

“Nunca había tenido una entrevista así. Yo soy un hombre muy recatado y en Venezuela he tenido muchos problemas con los medios. Hoy me siento alegre y contento y más, si estoy hablando para Colombia; amo a ese pueblo. Toda la vida he deseado conocer personalmente al maestro Rafael Campo Miranda, para dialogar con él y decirle que me gustaría grabar un disco de solo composiciones suyas, y que sepa que los tres compositores que que más admiro son, Rafael Hernández, Pedro Flores y Rafael Campo Miranda”.

El maestro soledeño tiene 105 años y Chico, 97.

Jaime Rueda Domínguez